[Oasis Marino - Detrás de Cámaras]  Imágen satelital de la península de Baja California y el golfo de California See English version
 
[En locación: Isla Guadalupe]
[OASIS MARINO] [Detrás de Cámaras] [Los cineastas]
[Índice del Sitio]

James Neihouse, Director de Fotografía, escribió sobre sus experiencias filmando a los elefantes marinos para Oasis Marino en 1999. Aquí se incluyen unos extractos con su autorización. Todos los derechos le pertenecen. Un relato completo puede ser leído en su propio sitio que incluye fotos: www.1570films.com.

[Relatado por James Neihouse]

En esta toma nos concentramos en los elefantes marinos del norte (Mirounga angustirostris) que se encuentran en las islas cercanas a la costa oeste de Baja California. Isla Guadalupe era nuestro destino: esta pequeña isla mantiene varias colonias de estos grandes pinípedos.

James Neihouse filming Guadalupe Sea Lions

Dejamos el muelle en San Diego, California a las 11:30 de la mañana del 11 de enero y nos dirigimos hacia la isla Guadalupe a unas 240 millas al sur de San Diego y a 230 millas de la costa de Baja California. El clima estaba precioso, cielos azules con una cantidad suficiente de altas nubes esparcidas para hacer la cosa interesante. El Pacífico era bueno con nosotros y había poco viento y muy pocas olas. Como dicen por ahí: "No podría haber estado mejor."

Después de una hora de dejar el muelle vimos varios cardúmenes de delfines y un grupo de ballenas nadando hacia el sur, así que el viaje parecía comenzar de buena manera. Con suerte, estaríamos filmando esas mismas ballenas en un mes o más en la laguna de San Ignacio, pero por ahora nos dirigíamos a la isla Guadalupe y a los elefantes marinos.

El viaje a la isla dura aproximadamente 26 horas, así que parte del tiempo lo utilizamos para adaptar una cámara especial y montarla a la proa del barco. Esta adaptación, que es un aparato construido por el camarógrafo marino Bob Cranston (Into the Deep, Living Sea y Island of the Sharks) y por Mike Wescoat, es básicamente un aparato de dos ejes al que se puede sujetar una cámara IMAX. Como todas las buenas adaptaciones, ésta tiene bastante cuerda elástica "bungee". El aparato permite a la cámara permanecer más o menos nivelada cuando el barco se mueve y se balancea, ¡no queremos marear al público!

Llegamos a isla Guadalupe aproximadamente a la 1:30 pm del martes e hicimos una exploración rápida de las áreas donde se sabe que los elefantes marinos se tiran. Por supuesto estaban ahí, escogimos una playa en un área llamada Cañones Gemelos para establecer nuestro campamento "de filmación" y comenzamos a llevar el equipo a la playa. Llevar todo ese equipo a la playa no fue fácil. Tuvimos que guardar todo en bolsas a prueba de agua, evitar atascar la panga en las olas y nadar en aguas hasta el pecho con temperaturas de 60 grados. Y durante todo este tiempo estuve tratando de no verme como un cachorro de elefante marino con mi traje especial para el agua color negro, que utilicé por los reportes de tiburones. Una vez en la playa buscamos nuestro camino en medio de varios de los residentes de la playa—elefantes marinos de 4000 libras que no estaban muy contentos de vernos.

Me encanta el olor del aliento de elefante marino por las mañanas— Isla Guadalupe es diferente de la mayoría de las otras islas presentes a lo largo de la costa del sur de California, desde Punta Concepción hasta el sur, en que es de origen volcánico. Los antiguos derrames de lava que acaban abruptamente en la orilla del agua desmienten el tumultuoso pasado de la isla. El Pacífico es profundo inclusive en la orilla y hay pocas playas. Las playas que existen están formadas de arena volcánica café oscuro casi negro.

Enero es la temporada de cría de estos gigantescos mamíferos marinos y las nuevas madres son sumamente protectoras de su progenie. Por lo menos tan protectoras como pueden ser con elefantes marinos machos de 5000 libras que protegen su territorio de posibles pretendientes. Peleas y amenazas hacen mella en los cachorros, un elefante marino recién nacido no tiene mucha oportunidad de defenderse de un macho adulto que se acerca con estruendo por la playa persiguiendo a un rival. Los machos nos aceptaron, o por lo menos nos soportaron mejor que las hembras. Las nuevas madres protegían a sus cachorros y las futuras madres protegían su pedazo de playa. Se ponían muy agresivas cuando invadíamos su espacio y algunas hasta nos perseguían por la playa. Pueden moverse bastante aprisa, considerando su tamaño, y sus mandíbulas son capaces de romper huesos. Teníamos que estar constantemente conscientes de quién estaba detrás de nosotros para no recibir un mordizco de alguna de las damas.

Sólo caminar en la playa podía ser un reto. La oscura arena volcánica y las grandes rocas hacían que algunos de los elefantes marinos se confundieran con sus alrededores. Añádase a eso el hecho de que les gusta aventar arena por arriba de sus espaldas como medida de control termal, por lo cual se puede caminar y pisar un despistado elefante marino si no se presta atención. La mayoría del tiempo ellos nos observaban y comenzaban a emitir una advertencia cuando nos acercábamos demasiado. Pero eran los que no estaban poniendo atención o estaban dormidos los que realmente nos podían sorprender. Los cachorros son de un café muy oscuro cuando están muy jóvenes lo que los hace, todavía más, parecer rocas. Nos podíamos encontrar entre una madre y su cachorro y ser receptores de una fuerte agresión.

Una de las conductas más curiosas de los elefantes marinos es aventar la arena. Por razones de control termal estos mamíferos están aventando arena con sus aletas frontales sobre sus espaldas casi constantemente. Cuando se observan varios cientos de estos animales recostados en la playa aventando arena, viene a la mente la idea de miles de geysers de arena eruptando. Toda la escena es algo que nos recordó alguna parte de "Star Wars" o "Dune" con sus gigantescos gusanos de arena.

Atrapado en medio de todo— Mientras filmábamos a un par de jóvenes machos que peleaban por un trozo de territorio no nos percatamos del verdadero maestro de la playa que venía a arreglar las cosas. El problema era que estabamos entre el propietario actual (léase MACHO GRANDE) y dos intrusos, todos juntos significaban aproximadamente 10 toneldas de pinípedos. A medida que la trifulca continuaba, nosotros obteníamos un excelente metraje porque estabamos literalmente ¡en medio de la acción!

Cuando finalmente el macho grande hizo su tirada y los otros dos combatientes hicieron su rápida retirada, ninguno se dio cuenta hacia adónde iban—¡y eso era hacia nosotros! Estaban demasiado preocupados por que no les mordieran los traseros, como para preocuparse por un par de muchachos con una cámara.

El primero logró esquivarnos por unas pocas pulgadas, no tuvimos tanta suerte con el segundo quien chocó justamente con la pata delantera del tripie sin siquiera darse cuenta y continuó con su retirada. La cámara se cayó al frente y hacia el MACHO GRANDE que estaba en caliente persecución. Afortunadamente, yo todavía tenía una mano en la manija del tripie y pude evitar que esta pelea se conviertiera en un montón de elefantes marinos muertos. Esto me llevó a tomar una extraña decisión. ¿Continúo deteniendo la cámara mientras el elefante marino me atropella a mí y a la cámara, o suelto el aparato y dejo que Soames y la compañía de seguros lo arreglen después? Convenientemente, antes de que tuviera que tomar la decisión, el elefante marino la tomó por mí. Detuvo su carga justo frente a la cámara y se sentó sonriendo afectadamente, si es que se puede decir que un elefante marino puede sonreir afectadamente, con la seguridad de que había logrado su misión y había demostrado a dos intrusos y a dos cineastas quien era de verdad el dueño de la playa.

Cuando los elefantes marinos, particularmente las hembras, se sienten amenazados se ponen a "ladrar", a falta de un mejor término, al ser que los ofende, sea elefante marino o humano. Este ladrido es una especie de sonido gutural profundo, que sale de la parte trasera de la garganta y muy a menudo va acompañado de copiosas cantidades de expectoraciones que, por supuesto huelen al mal aliento de los elefantes marinos. No conozco otro olor tan desagradable como el del aliento de los elefantes marinos. Casi desafía al vocabulario existente, es pútrido, rancio, halitosis de liga mayor; todos los superlativos parecen fracasar ante el olor emitido por las bocas de los elefantes marinos.

El ataque de la mamá de mirada salvaje— Enderezamos la cámara para filmar a varias hembras con sus cachorros justo antes de que el sol se pusiera detrás de la cima de la isla y sombreara totalmente la playa por el resto de la tarde. Filmamos aproximadamente 100 pies de película y decidimos que era tiempo de moverse más hacia la playa para tener más sol. Habíamos obtenido algunas imágenes de los elefantes marinos iluminadas por atrás y todos estabamos bastante contentos.

Soames se había dirigido hacia la playa para encontrar la siguiente locación y el resto de la tripulación estaba haciendo otras cosas, lo cual me dejó a mí con una cámara rodeada de elefantes marinos por tres lados. Estaba yo mirando hacia la playa a un par de grandes machos que se golpeaban, cuando Mike me gritó. Giré y vi una hembra bastante grande, con la mirada salvaje y tronando la boca, que venía a gran velocidad a embestirme. Estaba a menos de tres pies de distancia y acercándose rápidamente, yo caminé unos pasos hacia atrás y ella detuvo su embestida dirigiéndose hacia la única otra cosa que había en su rango: la cámara. La golpeó a toda velocidad, mordiendo la esquina izquierda justamente donde mi cabeza había estado sólo unos segundos antes.

La fuerza de su impacto tumbó la cámara sobre la carga de la misma, afortunadamente sin afectar el lente. Estoy seguro de que la cámara era la cosa más dura que esta hembra había encontrado en su vida y la expresión de su cara parecía confirmar mis sospechas. Una vez que conquistó la cámara con un golpe fácil, aún le quedaron energías para pelear y se vino contra mi cuando me acerqué a recoger la cámara. Mientras tanto, el resto de la tripulación se dirigía a rescatar la cámara, ¡no a mi! Cuando la caballería apareció, la hembra retrocedió y se fue a cuidar a su cachorro.

La cámara sufrió un buen rasguño con los dientes del elefante marino y uno de los conectores electricos sufrió un daño ligero. Lo peor de todo fue tener 100 por ciento de baba de elefante marino a unas pulgadas del visor y por lo tanto, mi naríz, por el resto de la tarde. De regreso al barco me tomó varias lavadas con jabón para poder quitarme el olor.

50 horas a Bahía Magdalena— Dejamos isla Guadalupe el viernes por la noche en dirección sur-suroeste hacia Bahía Magdalena y San Carlos. Sería una parada para tomar combustible y comida y tener un par de horas en tierra antes de ir a Socorros y San Benedicto. También sería donde dejaría yo a la tripulación para volver a los estados Unidos ya que otro trabajo que se conflictuaba con éste requería de que yo volviera. Bob Cranston estaría manejando la cinematografía submarina de la película y eso era lo único que se podía hacer en los siguientes días.

En el camino decidimos bucear en una montaña submarina. Estos picos sumergidos atraen todo tipo de vida marina. Nunca había buceado en una montaña submarina. Esta particular protuberancia del Pacífico se encontraba aproximadamente a 200 millas al oeste de la parte central de Baja California en medio de aguas verdaderamente profundas, hablamos de 1700 o más brazas, eso es más de 10,000 pies de agua. La orilla donde nos encontrábamos se alzaba desde estas profundidades hasta 65 pies de la superficie.

Soltamos anclas y brincamos al agua para explorar a nuestro alrededor. Esperábamos ver algunos cardúmenes de peces que pudieran atraer especímenes más grandes, como tiburones. Habían pasado muchos años desde que yo había estado en el agua para bucear seriamente, pero a medida que fui bajando hacia los últimos 70 pies del fondo, me sentí como si lo hubiera hecho ayer. Bob y Soames iban adelante de Mike y yo. No alcanzamos la "cima de la montaña" y terminamos en aproximadamente 125' de agua (bueno, tal vez pasó más tiempo de ayer). Una corta distancia a nado nos llevó al destino designado donde encontramos a Bob y a Soames. El área estaba bastante árida, no había algas ni muchos peces. Lo que pasó es que no era la temporada adecuada para que hubiera muchos peces en el área, a 65 grados el agua estaba todavía muy fría.

Vimos algunas anguilas y un par de pulpos, pero nada que nos hiciera querer llevar la cámara al mar. Mike tomó algo de video con nueva Sony DV-1000, en una protección submarina "Gates", propiedad de la producción. Esta pequeña cámara de video con tres chips funciona de maravilla como herramienta de exploración y su protección es muy fácil de utilizar.

De vuelta en el Viking II, Bob sugirió que tal vez fuéramos los primeros que habrían buceado en ese lugar, lo cual es muy suave, aunque este no fuera el lugar más excitante del Pacífico. Más adelante, durante el verano, este lugar estaría lleno de peces de todos tipos, por lo que tomamos nota de la localización para referencia futura.

Continuamos hacia Bahía Magdalena donde anclamos para pasar la noche. Despertamos con otra hermosa mañana, aunque era una hora más tarde de lo que pensábamos. Las zonas de tiempo en un barco ¡son una verdadera monserga! Decidimos montar la cámara en el aparato que habíamos adaptado al frente del barco para estar listos cuando el sol por fin saliera.

El amanecer en esta parte del mundo es espectacular. El contraste entre el océano y el desierto se magnifica con la poca luz matutina. Con el aire limpio las montañas parecen estar más cerca y todo tiene una línea más resuelta. Esa mañana nos dirigimos hacia la isla de Santa Margarita en busca de ballenas grises y no nos tomó mucho tiempo encontrarlas.

Al principio sólo se ve una pluma de rocío en el horizonte cuando las ballenas suben a la superficie para respirar. Cuando uno se acerca se comienzan a ver sus aletas dorsales y algún lóbulo de la cola. El grupo que vimos parecía tener 4 o 5 grandes machos que se dirigían hacia el sur. Navegamos junto a ellos a aproximadamente seis nudos, dándoles sufieciente espacio para que se acostumbraran a tenernos cerca. Comenzamos a notar un patrón de buceo en ellos. Nadaban cerca de la superficie por un rato, tomando aire de tres a cinco veces y luego se iban hacia el fondo, quedándose ahí durante unos tres minutos, después el ciclo se repetía. Casi se podía poner a tiempo el reloj con este patrón. Filmamos varios rollos de película durante este encuentro que duró aproximadamente tres horas. Siempre es maravilloso ver estos grandes mamíferos de cerca y el tiempo que uno pasa con ellos en el agua siempre es muy corto.

Nuestro tiempo se acababa ya que teníamos que estar en el muelle de San Carlos en la tarde, así que nos dirigimos de vuelta al norte, mientras las ballenas continuaron su viaje al sur. Mi aventón a La Paz llegaría en la noche y el resto de la tripulación deseaba ya irse hacia Socorros. Fueron 10 días maravillosos y captamos unas imágenes fantásticas.

Los cineastas | Los investigadores | La música de la película | Los asesores científicos
Summerhays Films | SDNHM | PRONATURA | CinemaCorp
Créditos cinematográficos | Agradecimientos

Detrás de Cámaras | Índice del Sitio | Oasis Marino

Museo de Historia Natural de San Diego y PRONATURA
© 2000 CinemaCorp de las Californias